El mercato de verano de Stade Rennais fue particularmente activo, marcando una transición significativa bajo la dirección de Loïc Désiré, nuevo director deportivo. Desired ha asumido la ardua tarea de corregir errores de casting pasados, lo que ha llevado a una salida masiva de jugadores, incluyendo Henrk Meister, Kyogo Furuhasi y Kazeem Olaigbe, ya sea por préstamos finales o por préstamos a otros clubes como el Génova, Vasco de Gama o Monpellier. Además, los jugadores cuyos contratos expiraron o no fueron titularizados, como Steve Mandanda y Godfrey Lembe, también abandonaron el club. Esta ola de salidas liberó espacio en los vestuarios y generó ingresos significativos, estimados en 96 millones de euros en ventas por 67,75 millones de euros gastados.
Paralelamente a estas salidas, Stade Rennais ha puesto en marcha una estrategia de contratación más específica, centrándose en los jugadores familiarizados con Ligue 1. La llegada de Quentin Merlin y Przemyslaw Frankowski refuerza los pasillos, mientras que Valentin Rongier y Mahdid Camara aportan experiencia y calidad al medio campo. El ataque fue completado por Estebán Lepaul y Breel Embolo, dos jugadores experimentados capaces de hacer una diferencia. Estos refuerzos forman parte de la continuidad de la visión de Habib Beye, que rápidamente nombró capitán Valentin Rongier, demostrando la confianza dada a estos recién llegados.
Aunque el mercato era generalmente positivo, con un equilibrio financiero favorable, algunos observadores lamentan la falta de aportaciones creativas en el equipo. El primer juego en 11-11 en Angers reveló dificultades, destacando la necesidad de que el entrenador Habib Beye continúe desarrollando el equipo y confirme las ambiciones del club en condiciones más favorables. El mes de septiembre será crucial para evaluar las intenciones y ambiciones de Stade Rennais, en particular en lo que respecta a los posibles refuerzos y la capacidad del equipo para permanecer en la carrera por objetivos europeos.