La derrota de OM en Rennes, 1-0, provocó una fuerte emoción en los vestuarios olímpicos. Los jugadores, frustrados por un objetivo cobrado en tiempo adicional después de estar en superioridad numérica, expresaron su insatisfacción, señalando en particular la falta de participación de algunos compañeros de equipo. El atacante Jonathan Rowe fue especialmente criticado por su falta de inversión, causando un altercado verbal con Adrien Rabiot. Frente a esta tensión, el entrenador Roberto De Zerbi tomó una posición firme, recordando a sus jugadores la importancia del coraje y el orgullo en el campo, no en reacciones emocionales después del juego.
Esta ruptura inicial revela preocupaciones acerca de la capacidad de la OM para mantener un alto nivel de rendimiento durante toda la temporada. A pesar de una dominación en posesión y muchas oportunidades para anotar, el equipo carecía de realismo ofensivo, recordando las debilidades observadas durante la temporada anterior. El nerviosismo defensivo y la falta de eficacia en el ataque son puntos críticos que requieren una corrección rápida, especialmente en el próximo partido contra el Paris FC.
La victoria de Rennes, alcanzada gracias a una sólida defensa y un oportunista paso decisivo Quentin Merlin para Ludovic Blas, es una sorpresa que subraya los desafíos que enfrenta OM. A pesar de los nuevos reclutas y el potencial ofensivo mostrado, la falta de agudeza y realismo sugiere una temporada difícil. Esta desilusión inaugural pone de relieve la necesidad de que la OM transforme su frustración en energía constructiva y sea más resiliente a futuros juicios.