La llegada de Luis Enrique al frente de París Saint-Germain marcó una notable mejora tanto en los aspectos deportivos como psicológicos del equipo. En temporadas anteriores, la fragilidad mental se manifestó en reuniones cruciales, sofocando las ambiciones parisinas, particularmente en las competiciones europeas. El hecho es claro: el entrenador ha introducido un cambio profundo en la mentalidad de los jugadores, permitiéndoles gestionar mejor la presión y proyectarse hacia el éxito.

Según el observador Pierre Ménes, esta transformación está acompañada de un enfoque exigente que no siempre es fácil vivir para los jugadores. Aunque los resultados son innegablemente positivos, Ménes señala que los métodos de Luis Enrique, centrados en una búsqueda constante de la perfección, pueden resultar desafiantes a diario. Sugiere que la intensidad de sus demandas, aunque con resultados, requiere una gran adaptabilidad y cierta resiliencia por parte de los jugadores.

En conclusión, el impacto de Luis Enrique en París Saint-Germain es innegable, no sólo táctica y técnicamente, sino también en la construcción de una mentalidad ganadora. El entrenador parece haber puesto en marcha un sistema riguroso y exigente cuyos beneficios, a pesar de los desafíos potenciales que presenta, son claramente beneficiosos para el equipo.