El AS Saint-Étienne, un club históricamente marcado por períodos de convulsiones como relegaciones y cambios de mercato, tiene un núcleo de jugadores excepcionalmente leales a la camiseta verde. Pese a que en los últimos años se ha renovado en gran medida la fuerza de trabajo, cinco elementos se distinguen por su longevidad dentro del equipo. Estos jugadores encarnan una estabilidad preciosa, vinculando el glorioso pasado del club con sus futuras ambiciones y mostrando un apego raro al fútbol moderno. Su presencia constante, desde la preparación del verano o el comienzo de la temporada actual, abarca más de diez años para algunos, lo que ilustra un profundo compromiso con la institución Stéphanois.
Aïmen Moueffek, que llegó en 2012, es el jugador que mejor simboliza esta lealtad. Entrenado en el Centro de Formación ASSE, representa el éxito del proyecto de desarrollo de jóvenes talentos del club. A pesar de las lesiones que a veces han ralentizado su impulso, se ha convertido en un marco respetado y apreciado por los partidarios. Seguido por Maedine Makhloufi (2013) y Mickaël Nadé (2014), que continúan la historia de una generación de jugadores adscritos a ASSE. Nadé, en particular, ha tenido que demostrar su valor en el curso de los préstamos y temporadas difíciles, pero sigue siendo producto del centro de formación. Makhloufi, por su parte, encarna la perseverancia, aunque todavía no ha confirmado su estatus en el primer equipo.
Complementando este núcleo duro, encontramos a Jules Mouton y Djylian N Aparte de esta selección, todo el personal actual se unió al club después de 2020, con Yvann Mason, que llegó en enero de 2020, representando al último recluta “antiguo”. Esta realidad subraya tanto la rareza de la lealtad de algunos jugadores que defienden la camiseta durante más de una década como la necesidad de que el ASSE se reinventa a sí mismo apoyándose en una nueva generación para construir su futuro.