Tras la crisis interna provocada por el caso Rabiot-Rowe, Walid Acherchour insiste en la necesidad imperiosa de consolidar la institución de Marsella. Reconoció el dolor de una posible salida, pero recordó que la Olympique de Marsella debe preservar ante todo su identidad y afirmar su demanda, empezando por aquellos que encarnan su dirección. Acherchour destaca la dimensión a menudo oculta del juego político que rodea a algunos actores clave, destacando una política que a veces está excesivamente presente en las decisiones relativas a los jugadores. Expresó una sensación de desgarro ante la situación de Adrien Rabiot, pero sintió que una separación podría fortalecer paradójicamente la cohesión del colectivo, especialmente alrededor de la figura de Roberto De Zerbi.
El análisis de Acherchour se extiende a la responsabilidad de Mehdhi Benatia, a quien considera que está dirigido directamente por la crisis, y pide un rigor inquebrantable por parte de la institución. Considera que el problema radica en el hecho de que algunas personas han visto a esta institución, y que el delito sufrido por De Zerbi no debe reducirse en modo alguno en nombre del equilibrio cambiante. Por el contrario, debe servir de catalizador para restaurar una visión clara y duradera del proyecto de Marsella. Acherchour también destaca los límites de autoridad dentro del club, declarando que nadie, excepto McCourt, puede desestimar Longoria.
Por último, Acherchour insta a los líderes y al personal a aprender de esta crisis. Insiste en la necesidad de que Longoria y Benatia sean más considerados y se inspiren en acontecimientos pasados. Defende la idea de un liderazgo claro, basado en la coherencia de la decisión y el rigor de las relaciones internas, en lugar de afectar. Para él, la OM sólo puede progresar si su requisito colectivo se cumple plenamente. Está convencido de que la fuerza de un vestuario descansa en una jerarquía coherente y la transparencia de las decisiones, y que sancionar a un jugador influyente no sería una debilidad, sino una demostración de la fuerza y la credibilidad del club.