Después de la igualdad de 3-3 obtenida contra la Stade Brestois este domingo, Eirik Horneland, entrenador de AS Saint-Étienne, expresó su análisis de la reunión. Reconoció un difícil comienzo del partido, marcado por la fragilidad obvia y la pérdida inicial de confianza después de la primera meta admitida. Aunque se observó una mejora gradual, permitiendo desarrollar algunos ataques y volver a la partitura, el entrenador deploró la persistente vulnerabilidad de su equipo y el impacto negativo del segundo objetivo negativo, calificando este resultado como decepcionante dado el potencial mostrado.
Durante la mitad del tiempo, Eirik Horneland trató de inculcar confianza en sus jugadores, alentándolos a expresar plenamente su potencial y ejercer una mayor presión sobre el oponente. Esta estrategia ha dado fruto, como lo demuestra un segundo período más dinámico, caracterizado por una mayor capacidad para crear oportunidades y recuperar el control del juego. A pesar de este impulso positivo, el entrenador destacó la dificultad de haber sido llevado a cabo tres veces, reconociendo el impacto psicológico que esto puede tener en un equipo ya debilitado.
Finalmente, Eirik Horneland expresó su esperanza de que este punto precioso, adquirido con la pugnacidad, pudiera servir como trampolín para el resto de la temporada. Destacó el progreso logrado, a pesar de los reveses ocasionales, y alentó a sus jugadores a creer en ellos, a depender de su capacidad de marcar objetivos, mientras trataba de reducir la propensión a otorgar metas, a menudo inesperadamente. Destacó la necesidad de un análisis minucioso de todos los aspectos del juego, con el fin de encontrar las claves para un inicio de partido más sereno y una gestión más eficaz en todo el tiempo regulatorio.